REPUBLICA DOMINICANA.- Cuando se indaga el average que alcanzan los
economistas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) por turnos al
bate, que son las veces que les ha tocado manejar la economía del país,
se tiene que llegar a la triste realidad de que estamos ante un fenómeno
nuevo, una hazaña difícil de superar: Han implantado una marca que va a
pasar a los libros de record de la historia económica mundial.
En tres oportunidades que el pueblo depositó su confianza en ellos para que administraran la economía dominicana, los señores que todas las semanas aparecen ante el país dando cátedras de cómo manejar la política económica, han fallado estrepitosamente. Tres intentos, tres ponches. Están de 3-0.
Cuando esos economistas han tenido cargos públicos de importancia para manejar las finanzas, el país los ha sacado del poder por su incapacidad, insensatez, y porque han dado muestras de que ni siquiera están en condiciones de llevar la asesoría de un ventorrillo.
En la oposición son unos genios de las Ciencias Económicas, pero una vez en el poder llevan el país al caos. En los tres períodos perredeístas, desde 1966 hasta la fecha, el pueblo dominicano ha conocido el tamaño de su insensatez y falta de gerencia en el ámbito económico. Por eso, los han sacado del gobierno, debido a su mediocridad consuetudinaria.
Convencido de esa realidad, el electorado les negó, una vez más, su voto el pasado20 de mayo, pues todavía tiene fresquecito el último de los desastres del PRD en materia económica. No conformes con esa verdad histórica, y ante su reciente derrota, los miembros del Escuadrón Negro de la Economía se inventan la tesis de que la reforma que busca incrementar la presión fiscal a los fines de atender las demandas sociales, es el producto del déficit fiscal acumulado en los gobiernos del presidente Leonel Fernández.
Si se analizan los números al margen de la pasión política que lleva a cualquier ilustrado a perder la razón, se podrá comprobar que en el período que va de 2004 hasta 2011, el gobierno central, excluyendo los pagos hechos a la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CEEEE) y al Banco Central, tuvo un equilibrio presupuestario. En lenguaje llano, esto significa que los gastos corrientes han sido iguales a las recaudaciones.
Ahora, ¿por qué el déficit fiscal?
Durante los últimos ochos años, dos instituciones públicas han arrastrado una deuda que se calcula en un 4.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Son ellas, la CDEEE y el Banco Central; la primera, viene arrastrando el déficit debido a que mientras compra la energía a 190 millones de dólares, solo cobra 120 millones de dólares por ésta, lo que representa una carencia de 70 millones de dólares mensuales, únicamente por ese concepto.
A esto se agrega que el negocio eléctrico funciona con una estructura que fue modificada sustancialmente por el gobierno de Hipólito Mejía para extender los contratos con el Estado hasta el 2016, lo que prolongó una nueva negociación de los contratos.
Cuando el presidente Fernández llegó al gobierno por segunda vez en el año 2004, la oferta energética era a penas el 50 por ciento de la instalada hoy. Si el servicio de generación ha sido más que duplicado, ¿no es lógico que los costos de generación de esa electricidad se hayan incrementado también? Esa es una deducción que no amerita demostrarla; hoy es mayor la oferta energética que ocho años atrás, en consecuencia los costos para producirla son mayores.
El gobierno no tiene, en estos momentos, que desembolsar más dinero de su presupuesto para el sector eléctrico, gracias a que en la administración del presidente Fernández, el 40 por ciento de la matriz eléctrica fue convertida a energía no derivada de combustibles fósiles.
El subsidio, además, tiene una parte grabosa para las finanzas del gobierno central. Es la que tiene que ver con factores externos. Todos sabemos cómo en el segundo semestre de 2007 los precios del petróleo en el mercado internacional comenzaron una carrera alcista, fenómeno que se combinó con una inusual volatilidad en los precios de los alimentos básicos, que llevó al gobierno a dedicar recursos para no traducir esto en incrementos de precios a la canasta familiar. ¿Propusieron los miembros del Escuadrón Negro de la Economía alguna fórmula creativa que permitiera al gobierno de Fernández mantener intactas sus finanzas ante las alzas en los precios del petróleo y los alimentos en el marco de una crisis global? Solo en el primer semestre de este año, el gobierno tuvo que erogar 4 mil millones de pesos para evitar el efecto de las alzas del petróleo y sus derivados en la República Dominicana.
El Banco Central, por su parte, es la otra institución en la que el gobierno central ha tenido que sacar dinero de su presupuesto para recapitalizarlo, como resultado del déficit cuasi fiscal, del hoyo provocado con el mal manejo de la crisis bancaria de 2003.
El déficit presupuestario total llegó cerca de los US$7.000 millones de dólares, equivalentes a RD$125.000 millones de pesos.
Cuando se dice la verdad a medias, se corre el riesgo de quedar por mentiroso, pues la actual reforma fiscal que requiere el gobierno, no está vinculada al déficit fiscal. La reforma tiene que ver con que República Dominicana es el segundo país de la región con menor presión tributaria, solo superado por Guatemala.
¿Puede ésta o cualquier administración, salir adelante con presión tributaria por debajo del nivel promedio de la región, con desaciertos como el déficit cuasifiscal generado por la crisis bancaria y con un sector eléctrico con esquemas de negocios no equitativos para el gobierno?
Ese equipo sabe que no, pero de lo que se trata es de confundir.
DIARIO LIBRE
En tres oportunidades que el pueblo depositó su confianza en ellos para que administraran la economía dominicana, los señores que todas las semanas aparecen ante el país dando cátedras de cómo manejar la política económica, han fallado estrepitosamente. Tres intentos, tres ponches. Están de 3-0.
Cuando esos economistas han tenido cargos públicos de importancia para manejar las finanzas, el país los ha sacado del poder por su incapacidad, insensatez, y porque han dado muestras de que ni siquiera están en condiciones de llevar la asesoría de un ventorrillo.
En la oposición son unos genios de las Ciencias Económicas, pero una vez en el poder llevan el país al caos. En los tres períodos perredeístas, desde 1966 hasta la fecha, el pueblo dominicano ha conocido el tamaño de su insensatez y falta de gerencia en el ámbito económico. Por eso, los han sacado del gobierno, debido a su mediocridad consuetudinaria.
Convencido de esa realidad, el electorado les negó, una vez más, su voto el pasado20 de mayo, pues todavía tiene fresquecito el último de los desastres del PRD en materia económica. No conformes con esa verdad histórica, y ante su reciente derrota, los miembros del Escuadrón Negro de la Economía se inventan la tesis de que la reforma que busca incrementar la presión fiscal a los fines de atender las demandas sociales, es el producto del déficit fiscal acumulado en los gobiernos del presidente Leonel Fernández.
Si se analizan los números al margen de la pasión política que lleva a cualquier ilustrado a perder la razón, se podrá comprobar que en el período que va de 2004 hasta 2011, el gobierno central, excluyendo los pagos hechos a la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CEEEE) y al Banco Central, tuvo un equilibrio presupuestario. En lenguaje llano, esto significa que los gastos corrientes han sido iguales a las recaudaciones.
Ahora, ¿por qué el déficit fiscal?
Durante los últimos ochos años, dos instituciones públicas han arrastrado una deuda que se calcula en un 4.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Son ellas, la CDEEE y el Banco Central; la primera, viene arrastrando el déficit debido a que mientras compra la energía a 190 millones de dólares, solo cobra 120 millones de dólares por ésta, lo que representa una carencia de 70 millones de dólares mensuales, únicamente por ese concepto.
A esto se agrega que el negocio eléctrico funciona con una estructura que fue modificada sustancialmente por el gobierno de Hipólito Mejía para extender los contratos con el Estado hasta el 2016, lo que prolongó una nueva negociación de los contratos.
Cuando el presidente Fernández llegó al gobierno por segunda vez en el año 2004, la oferta energética era a penas el 50 por ciento de la instalada hoy. Si el servicio de generación ha sido más que duplicado, ¿no es lógico que los costos de generación de esa electricidad se hayan incrementado también? Esa es una deducción que no amerita demostrarla; hoy es mayor la oferta energética que ocho años atrás, en consecuencia los costos para producirla son mayores.
El gobierno no tiene, en estos momentos, que desembolsar más dinero de su presupuesto para el sector eléctrico, gracias a que en la administración del presidente Fernández, el 40 por ciento de la matriz eléctrica fue convertida a energía no derivada de combustibles fósiles.
El subsidio, además, tiene una parte grabosa para las finanzas del gobierno central. Es la que tiene que ver con factores externos. Todos sabemos cómo en el segundo semestre de 2007 los precios del petróleo en el mercado internacional comenzaron una carrera alcista, fenómeno que se combinó con una inusual volatilidad en los precios de los alimentos básicos, que llevó al gobierno a dedicar recursos para no traducir esto en incrementos de precios a la canasta familiar. ¿Propusieron los miembros del Escuadrón Negro de la Economía alguna fórmula creativa que permitiera al gobierno de Fernández mantener intactas sus finanzas ante las alzas en los precios del petróleo y los alimentos en el marco de una crisis global? Solo en el primer semestre de este año, el gobierno tuvo que erogar 4 mil millones de pesos para evitar el efecto de las alzas del petróleo y sus derivados en la República Dominicana.
El Banco Central, por su parte, es la otra institución en la que el gobierno central ha tenido que sacar dinero de su presupuesto para recapitalizarlo, como resultado del déficit cuasi fiscal, del hoyo provocado con el mal manejo de la crisis bancaria de 2003.
El déficit presupuestario total llegó cerca de los US$7.000 millones de dólares, equivalentes a RD$125.000 millones de pesos.
Cuando se dice la verdad a medias, se corre el riesgo de quedar por mentiroso, pues la actual reforma fiscal que requiere el gobierno, no está vinculada al déficit fiscal. La reforma tiene que ver con que República Dominicana es el segundo país de la región con menor presión tributaria, solo superado por Guatemala.
¿Puede ésta o cualquier administración, salir adelante con presión tributaria por debajo del nivel promedio de la región, con desaciertos como el déficit cuasifiscal generado por la crisis bancaria y con un sector eléctrico con esquemas de negocios no equitativos para el gobierno?
Ese equipo sabe que no, pero de lo que se trata es de confundir.
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